Cuando dieron la consigna no sabía para donde
disparar. Como no tenía grupo el único espacio real que tenía era el mío, un
depósito.
De entrada, no se me vino nada a la cabeza pero
tampoco tenía muy en claro el concepto Maqueta. Armé grupo y se sumaron dos
espacios más, un laboratorio y una sala de videojuegos. Ambos me resultaban más
inspiradores que el mío pero por A o por B, elecciones de grupo, terminamos
eligiendo el depósito. A partir de ahí empezamos a ver qué queríamos de la
maqueta. Si bien vimos algunas referencias y googleamos, todo era muy
"arquitectónico". Y ese fue el camino que terminamos tomando. La
copia fiel del espacio. Nos dividimos los materiales y nos aventuramos a hacer
la maqueta en dos horas.
Al principio fue difícil decidir por dónde empezar
pero espontáneamente cada uno encontró el lugar que le quedaba más cómodo y
dividimos tareas.
Probablemente, nos faltó tiempo y premeditar algunas
cosas pero en líneas generales quedé satisfecha con la maqueta. Mismo, el no
premeditar algunas cosas nos trajo sus beneficios. Lean trajo una tela con una
trama bastante abierta que se me ocurrió usarla para las ventanas y generó esa
especie de enrejado que quedó bastante copado. Tomi trajo unos espejos de
tamaño pequeño que le daba esa sensación de espacio "más real". Las
paredes también, pintadas de manera desprolija por el tiempo que teníamos, le
dieron también algo de real.
A la hora de fotear, en el aula de taller el sol
atravesaba el espacio. Y si bien no estoy satisfecha con las fotos, la
experiencia va más allá de eso. El hecho de planificar, de proponer en pos de
una consigna, de un tiempo limitado, de terminar, de sentirse conforme, es
super gratificante.
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